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Renombrando a los Virus: bajo la guía de la cuarta y quinta ley biológica





El Dr. Stefan Lanka, el primer virólogo a nivel mundial en aislar un virus de una alga marina eucariota (1994), el EsV, Ectocarpus siliculosus virus, define a los virus, en Botinas 2011 págs. 53-55, como entidades naturales no-celulares, sin funcionamiento bioquímico alguno “no tiene respiración, ni alimentación, ni capacidad de reproducción propia”. Según Lanka, los virus son enormemente estables (no mutan), contienen información genética (de ADN o ARN) y están constituidos por una envoltura de proteínas . Lanka también afirma que “un virus real no puede ser fabricado en un laboratorio, por muchos millones de dólares que se inviertan”.


Desde el modelo biológico del ser humano -entendido como sistema complejo- emergente del estudio, análisis y comprensión de las 5 leyes biológicas descubiertas por el Dr. Hamer (2011) se sabe que los microbios, están presentes en nuestro organismo y que al parecer cumplen una función muy importante en las fases restaurativas de los tejidos. La cuarta ley del Dr. Hamer (2011, págs. 31-35) ordena los microbios según la capa embrionaria de los tejidos en los que habitan. Capas embrionarias de los tejidos y microbios, ambos, están también correlacionados con áreas de control cerebral, según Hamer. Así pues, hay microbios más arcaicos en los tejidos controlados por el paleoencéfalo (tronco cerebral y cerebelo) y microbios evolutivamente más recientes en tejidos controlados por el neoencéfalo (sustancia blanca y corteza cerebral). Teniendo esto en cuenta, los virus no deberían estar incluidos en la categoría de microbios, ya que éstos (microbios: hongos, bacterias, micobacterias, etc) como su propio nombre indica, son pequeños seres -micro- que sí cumplen funciones biológicas -bio-, mientras que los supuestos virus no las llevan a cabo. Una categoría provisional, aún por explorar, para los supuestos virus, es la de macromoléculas a-biológicas con funciones biológicas.


Según la RAE, la palabra virus viene de “veneno” en latín, por lo tanto, desde la comprensión del modelo de las 5 leyes biológicas del Dr. Hamer, ¿es pertinente a nivel lógico y lingüístico llamarles “veneno” a estructuras proteicas generadas por nuestro organismo que muy probablemente cumplan la función de restaurar tejidos?

En algunos círculos se ha planteado la posibilidad de sustituir el término virus por el de vesícula, a continuación vamos a proceder con analizar esta posibilidad.


En Botinas 2011, pág. 55, el Dr. Lanka explica que las fotografías -algunas- que nos enseñan de virus, no son en realidad de virus, sino que de vesículas, que son estructuras muy inestables que “sirven para transportar las proteínas que elabora una célula hasta otra célula que las necesita”, y que “se disuelven en cuanto han cumplido su misión”. Lanka explica que “salen de la célula emisora atravesando su membrana y entran a través de la membrana de la célula receptora”, se le llama exocitosis al proceso de emisión de una vesícula y endocitosis al proceso de entrada de la misma a una célula.

Si las vesículas son “muy inestables” y “se disuelven”, y los virus “son enormemente estables” y “no mutan”: ¿haríamos justicia a su diversidad de características si a los virus los llamáramos vesículas?

También en algunos entornos científicos se ha considerado la posibilidad de que los virus sean excreciones celulares: ¿tendría sentido biológico excretar material genético de una célula a la otra? ¿No será que -haciendo uso de una metáfora- se está confundiendo al semen con las heces?

Meloni (2020) propone que muy probablemente la diferencia entre los virus catalogados como “malos” por la comunidad científica imperante y las vesículas consideradas “buenas”, por los mismos, sea una distinción categórica meramente moral, y estoy muy de acuerdo en que la distinción bueno/malo es muy probablemente una impregnación teológica, algo que Hamer ya manifestó en su obra, no solo para los virus sino que también para el cáncer. Por ende, sea o no teológica la clasificación, y basándome en Lanka (citado en Botinas, 2011), al parecer, virus y vesículas tendrían características diferentes de estabilidad estructural.



MI PROPUESTA


Si desde la antigüedad de los tiempos se ha recurrido a las metáforas y al aprendizaje significativo, tanto para acuñar términos anatómicos (hioides: 'que tiene la forma de ípsilon mayúscula Y', fuente:RAE) , como para explicaciones de la cosmovisión de pueblos originarios, e incluso en las aulas de casi todo sistema educativo; ¿podríamos en este caso hacer uso de estos mismos ancestrales recursos para acuñar a los virus desde una lógica que incluyera la cuarta ley biológica -sistema ontogénico de los microbios- como la quinta -quintaesencia y/o sentido biológico-?

Si las entidades a acuñar, virus, al parecer distan bastante de ser veneno, y tienen características diferentes a las vesículas; ¿por dónde pudiéramos empezar para acuñarles un nuevo nombre a los protagonistas estelares de la actualidad mediática? ¿Tal vez analizando sus partes y la función de cada una de éstas?

Bien, vayamos a por ello… Contienen dos partes bien diferenciadas: una envoltura proteica y ácido nucleico en su interior (ADN o ARN). Y al parecer, es muy probable que cumplan una función comunicativa: “podría considerarse, frente a estos descubrimientos recientes, un material fundamental en la comunicación intercelular” (Meloni, 2020).



¿Podría la envoltura proteica ser como un sobre, y el ácido nucleico una carta de amor? ¿Suele abrirse el sobre para leer el contenido escrito en un papel cuando una carta de amor llega a su destinataria? ¿Tendría sentido biológico que en la fase restaurativa -o vagotónica- de tejidos ectodérmicos controlados por la corteza cerebral, las células emitieran mensajes de estimulación de la mitosis -reproducción celular-, con código genético -ácido nucleico-, para restaurar epitelios y mucosas previamente ulcerados en la fase de estrés -o simpaticotónica-?


Como nuestro lenguaje cientificista está revestido elegantemente de etimologías griegas, tomemos carta en griego y walá: ¡¡EPISTOLIS!!



REFERENCIAS




BOTINAS, L., Desmontar el SIDA. El SIDA no es una enfermedad a tratar -ni siquiera alternativamente- sino un engranaje made in USA a desmantelar, Cauac, Murcia, 2011. Descargable desde: https://plural-21.org/wp-content/uploads/2016/02/LIBRO-Desmontar-el-SIDA-w.pdf

HAMER, R.G., Germánica Nueva Medicina. Presentación, Amici Di Dirk, Alahurín el Grande, Málaga, 2011.


Autor: Franju Serra, PARADIGMA CONCIENTE

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traducción y dirección

Matelda Lisdero

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