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La confusión oportunista entorno al colesterol

A mediados del 1800 se comenzaba a hablar de las grasas como causa de enfermedades cardiovasculares, y a mediados del 1900 se consideraba al colesterol un gran enemigo a combatir en el campo de la cardiología.
Fueron creados innumerables fármacos y dietas específicas para reducir este elemento de la sangre, con el objetivo de limitar el riesgo de infarto, de isquemia, de ictus, etc. 
A pesar de que en los últimos años una gran cantidad de estudios refutan la correlación entre cardiopatía y colesterolemia (por ejemplo el famoso estudio «Enhance» - el colesterol bajo no mejora el estado de las arterias - febrero 2008), muchos otros mostraron resultados opuestos: así hoy, el colesterol, es todavía considerado el principal factor de riesgo y consecuentemente, es tratado farmacológicamente.

Ni bien , ni mal, simplemente el tema no está claro.
Pero, para la percepción, esta confusión no es indiferente.También la banalización del concepto de colesterol bueno y malo, intenta simplificar la comprensión clínica para la gente común, pero en realidad esboza la máscara habitual del enemigo para luchar usando la medicalización.

Con las leyes biológicas a mano, hablemos claro: el colesterol (y las lipoproteinas de transporte), como todos los valores hemáticos, son regulados por el organismo en base a su utilidad: es un producto endógeno del hígado que regula su producción en base a la necesidad.Si en el futuro queda incontrovertiblemente demostrado que bajar el colesterol artificialmente es útil, un remedio que pueda modificar la concentración en sangre será indispensable, pero quedará como un remedio sintomático que no podrá cambiar la necesidad biológica del organismo.

No se puede hablar ni siquiera de alimentos que hagan elevar o bajar el colesterol, porque el 90% es producido por el organismo y solo el 10% viene de la alimentación.Y si ese 10% se reduce esa falta es compensada por la producción interna.

El mito sobre la dieta grasa fue desmentido más de una vez, por ejemplo por el estudio alemán VERA de 1993, que demostró la ausencia de correlación entre el consumo de colesterol (leche, crema, huevo, manteca, grasas animales, etc.) y colesterolemia.
En efecto, pueblos que se nutren prevalentemente de productos animales como los Inuit de la región polar o los Masai de la estepa africana tienen colesterolemias inferiores a las europeas y norteamericanas.
Pero incluso, a igual estilo de vida, los franceses que tienen una vasta tradición de quesos [ITA], o los españoles que tienen una dieta rica en embutidos, no tienen mayor enfermedad cardíaca respecto a otros pueblos.Pero estas no son pruebas , solo conjeturas: prestemos atención a la certeza científica.

Entonces, sin adentrarnos en la selva de la investigación, veamos que hacen en el cuerpo estos camioncitos (el colesterol ¨bueno¨ HDL y el ¨malo¨ LDL), programados para el transporte de lípidos desde y hacia los tejidos.
Con el conocimiento de que sólo la habitación de los botones, el cerebro, tiene el poder de tirar de una palanca en lugar de otra. Tomemos el caso de la famosa placa de ateroesclerótica de venas y arterias coronarias, las cuales son comúnmente consideradas la causa de la patología cardiovascular como el infarto: estas placas son el resultado cicatrizal de numerosas reparaciones de la túnica interna de los vasos (en particular la íntima de las coronarias), constituida por epitelio pavimentoso.
En Fase Activa de la curva bifásica la íntima se ulcera con el objetivo de ampliar la sección del vaso mientras que en el momento de reparación (fase PCL), ladrillos de grasa se adhieren para ser utilizados en la cicatrización.
Con el pasar del tiempo,repetidas ulceraciones y reparaciones pueden producir estenosis, eventos que son placas de aterosclerosis ricas en colesterol.
En fase de reconstrucción del tejido, el organismo reclama la reunión (solo en esa área) del colesterol oxidando el LDL: durante este proceso se ve el aumento de la colesterolemia hasta 180-200 mg/dl, mientras que el el caso de recidivas continuas puede llegar incluso a 260-300 mg/dl.Un organismo que se encuentra en forma persistente en la necesidad de reparar la túnica de la íntima de los vasos sanguíneos, tiende a mantener, incluso en el futuro, valores de colesterolemia más altos que lo normal.

Durante la Crisis Epileptoide de la curva bifásica, puede suceder que porciones de estas placas se desprendan a causa del espasmo del vaso y obstruyan alguna arteriola: este suceso no es sin embargo etiológicamente relevante con respecto al infarto coronario o a aquel del miocardio [ITA]. 
El corazón es una pelota increíble de los vasos con grandes dificultades para perder su irrigación y frecuentemente hace un bypass de la obstrucción construyendo nuevas redes de arterias.

En definitiva, el nivel de colesterol en sangre no es la causa o un cofactor de una categoría de enfermedad, pero, observado desde otro punto de vista, es en cambio el efecto y el instrumento de un proceso orgánico lógico.
Su disminución con medicación no incide en el riesgo cardiovascular
, como ya fue referido en el citado estudio Enhance: los dos fármacos anticolesterol estudiados efectivamente son útiles en reducir el nivel de colesterol en sangre, sin embargo esta reducción no produce reales beneficios para las arterias (actualización sobre el estudio disponible hasta julio 2015 [ITA]).
Porque el cuerpo tenderá igualmente a reparar y tal vez más lentamente los tejidos ulcerados. 
Además la alimentación no tiene influencia sobre la producción endógena de colesterol y, sí incluso sirviera, funcionaria como una medicina temporal y sintomático, sin poder intervenir sobre la causa que ha activado el proceso (el así llamado ¨conflicto de territorio¨).

En general se puede entender que para los mercados financieros, la idea de que hubiera alimentos especiales con funciones tecno-farmacéuticas es muy cómoda; se puede entender que un paciente se sienta más tranquilo cuando toma las pastillas que le hacen bien; se puede entender incluso como la nutrición pueda ser bien sostenida por una amenaza diagnóstica, y cuanto el lugar común ¨no como queso porque me sube el colesterol¨ pueda hacer sentir a la persona disciplinada que está haciendo algo para curarse...
Pero todo esto es bueno y válido mientras que no se transforme en un velo oportunista que es probable que esconda, vergonzosamente, información de salud importante ya ampliamente disponible.El colesterol es una de las muchas salvaguardas que siempre se han creído "científicas", pero que, afortunadamente, están cayendo, dejando el espacio para algo nuevo.



traducción y dirección

Matelda Lisdero

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