Hemos llegado a un punto en la investigación que definiremos como decisivo.
Disponemos de instrumentos afiladísimos y tecnologías poderosas que permiten el análisis de gran cantidad de datos anormales.
Si añadimos a esta capacidad el hecho de que no sabemos absolutamente nada del origen de los procesos tumorales, hoy nos ponemos frente a un importante resultado: podemos aseverar que los tumores son causados predominantemente por mala suerte.
Tumores, la investigación shock: causa, no es más importante el estilo de vida que la suerte.
El estudio publicado en Science, fue elaborado sobre modelos matemáticos y analizando 31 diferentes tipos de neoplasias: sólo en 9 de esos fue encontrado una correlato entre los hábitos y la condición del enfermo.
Fuente: Repubblica
Los tumores en verde son aquellos que fueron hallados poco dependientes de los factores de riesgo |
El estudio, de Cristian Tomasetti y Bert Vogelstein publicado en Science, revela que, en la normal multiplicación celular de renovación de un tejido, al aumentar la frecuencia de renovación aumenta el riesgo de desarrollar una neoplasia por causa de errores de replicación genética accidentales.
O mejor dicho: los factores ambientales y aquellos hereditarios, punto de apoyo de las investigaciones contemporáneas, tienen una importancia marginal en los casos.
La cuestión es interesante bajo varios puntos de vista, pero voy a poner énfasis en uno en particular, que el que lee esta página conoce bastante bien, pero que no pretende ser necesariamente cierto porque yo no soy ni Cristian Tomasetti ni Bert Vogelstein.
En la experimentación el observador construye inevitablemente su propia investigación sobre la base de conocimientos previos, y deduce conclusiones que no son consecuencia directa de la evidencia.
O será mejor decir "en base a la propia evidencia", porque desgraciadamente la evidencia es un elemento intrínseco de la percepción del sujeto.
Hoy en día, por lo tanto, se observa que muchos tumores no se relacionan en forma relevante ni a factores ambientales ni hereditarios, ni al estilo de vida, pero son prevalentemente relacionados, en forma proporcional a la replicación celular.
Sin embargo, el hecho de que en la replicación celular se produzcan errores genéticos es un asunto no fundamentado por la observación directa, sino que viene inyectado por la conclusión de un prejuicio: en efecto, las palabras de los autores del análisis son hipotéticas “...because stochastic factors, presumably related to errors during DNA replication, most strongly appear to affect their risk.”.
Traducción: hemos visto que, al aumentar la división celular, se corresponde un riesgo mayor de desarrollar un tumor, presumiblemente relacionado a errores durante la replicación del ADN.
Que la mutación suceda, que esto sea un error y que sea la responsable de aparición del proceso tumoral, es un hecho que viene comprensiblemente dado por descontado y adquirido; pero se debe tener en cuenta que, aunque es una hipótesis no ha sido verificada, y es en sí mismo el detalle que soporta todo el argumento.
Y entonces también nos advierte de que el resultado de este estudio es la interpretación de un observador.
Agregaré también que, en el caso de que se tratase de un específico error de mutación, sería cualquier cosa menos raro, vista la frecuencia con la que se presentan los tumores y cualquier cosa menos casual visto que la patogénesis (el modo en que se desarrolla un tumor específico) es así de recurrente y uniforme en relación al tejido donde aparece.
Quiero decir: el ADN puede mutar en infinidad de formas, pero el adenocarcinoma con forma de coliflor o el plano no se desarrollan en infinidad de maneras , sino en un modo único y muy preciso en relación al tejido.
En resumen, los potentes medios que tenemos a disposición, privados de una idea que los guíe sobre qué cosa se está buscando, nos mantienen en un mundo de múltiples facetas de factores de riesgo, que al acumularse en exceso, son incontrolables y hacen que los procesos de nuestro cuerpo parezcan completamente impredecible y no se puedan medir, quedando precisamente, a merced de la casualidad.
Este cono de sombra del ignoto desconocido se convierte en dominio de la probabilidad estadística, lugar donde cualquier factor ambiental puede ser fuente de temor en torno al cual se construyen credos o terapias alternativas; donde a la ¨casualidad¨ se le puede dar dignidad académica de etiología; donde incluso los más grandes iluminados colapsan, apelando a Dios: "el cáncer es la prueba de que Dios no existe" [Il mestiere di uomo - Umberto Veronesi - 2014].
Un ámbito que frecuentemente asume más una semejanza con la superstición que con aquella de la reproducibilidad científica.
Durante siglos de laboratorio lo que se está haciendo no es una certeza que sea una, sino que en cambio, es cierto que se continuará a buscar en el mismo lugar, con todos los reflectores apuntados, con tecnología avanzada y eficiente, y el resultado es siempre el mismo: nada.
En efecto, si el resultado es "misterio incomprensible", entonces se lo va a vestir con la ropa para la ocasión.
Porque, en efecto, si se está buscando la famosa aguja en el pajar, la están buscando en el pajar equivocado.
Hasta que un día, cuando este ciclo histórico llegue a su fin, no se estará lo suficientemente cansado, se van a bajar las armas y se rendirá y admitirá que la premisa era simplemente errónea.
En ese punto se tratará de buscar en otra parte, en un rincón oscuro, en la que alguien ha colocado anteriormente algunas antorchas indicando la nueva dirección.
Si miras arriba, en el menú Etiología encontrarás una luz de orientación aproximada.