Nos guste o no, como hemos visto en la cuarta ley biológica, el virus como incubador y generador de la gripe es una fantasía, una ilusión.

Además la etiqueta nosológica ¨gripe¨ es una mezcla de sintomatologías que involucra múltiples tejidos y órganos y no nos dice nada con respecto a la posición y a la experiencia de la persona.

Los detalles de los diversos síntomas se pueden profundizar en la sección de Etiología, ahora empezaremos por alguno de ellos.

Dejemos de lado la gripe y hablemos de un proceso preciso: la nariz que chorrea o rinitis. La nariz que chorrea es una consecuencia perfectamente sensata de la reparación de la mucosa, posterior a una imprevisto aumento de función de la misma con el objetivo de poder olfatear mejor el aire.

Es la actitud típica del gato que entra en un territorio nuevo, no sabe bien qué cosa puede sucederle y está preocupado porque puede haber un peligro a la vuelta de la esquina y avanza lentamente olfateando espasmódicamente la situación. Su mucosa nasal está exasperando momentáneamente la función olfativa, ulcerándose. 

Tan pronto el gato se da cuenta que el territorio es suyo y se tranquiliza, la mucosa entra en fase de reparación con la consecuente producción de moco y algún estornudo.

De la misma manera nuestro organismo, que no es distinto en las funciones a ese gato, se activa en las situaciones donde de improviso tiene la percepción de: ¨acá no se como esto va a terminar¨, ¨no sé qué peligro me acecha a la vuelta de la esquina¨.

Dicho esto llego al punto y a la tesis: el conocimiento en profundidad de las Leyes Biológicas puede (aunque no es una regla) tener el efecto de la vacuna más potente.

Todo el terrorismo que creamos nosotros mismos cuando hay algún virus dando vuelta, porque no debo estrechar la mano a alguien porque me infecto, porque no debo besar a un amigo enfermo, porque debo estar atento a que mi colega no se acerque demasiado, porque me tengo que lavar las manos cada 2 horas, porque es más seguro usar barbijo….toda este andamiaje mental creado por la creencia pone al organismo precisamente en la posición del gato: ¨esto termina mal, peligro¨.

Y es apropiado decir que es como el gato que se muerde la cola, la misma preocupación de ser infectado es la que pone en alerta a la mucosa.

Este es un caso llamativo en el cual haber integrado (visceralmente) estos conocimientos puede eliminar en primer lugar, un miedo inducido, el cual produce efectivamente una respuesta fisiológica.

En este sentido supongo que aquí tomar conciencia resulta eficaz.

Pero atención, porque al nivel biológico del que nos referimos en este sitio, tomar conciencia, más bien puede funcionar como una tijera que corta la cinta de la película mental que la mente proyecta y observa, hipnotizada y sin descanso dentro de sí misma. A la espera de que un próximo paso concreto que le de valor biológico al pensamiento. Aunque este tema es central es ciertamente complejo.

Podrá profundizar este tema en otros artículos de esta página.

Por ahora probemos, aunque sea por este instante, detener la película.