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En la camisa del médico

Querido Doctor, como usuario de la medicina quiero probar a ponerme en su lugar, ver con su perspectiva este mundo, esto de la gestión de la salud, que parece complicarse día a día tanto para el paciente como para el médico.
No se si lo lograré, pero intento juntar las reflexiones sobre lo que significa ser ¨hoy¨ médico en nuestra sociedad italiana (y occidental en general), no del punto de vista profesional con un rol institucional de enorme responsabilidad social sino como ser humano.

Detrás del título académico, del cual cada usuario está habituado a esperar el máximo y más (los milagros), hay una persona que tiene su propia percepción, reacción, pensamientos...y miedos, que surgen de sus propias experiencias y creencias.
En resumen, un ser humano igual que yo.

Octubre 2015 ha sido un mes muy intenso del punto de vista de la medicina: además del ¨octubre rosa¨ (con la prevención del ¨gran mal¨ de la mama), la polémica en torno a la ¨vacunación obligatoria¨.
Dos argumentos candentes. En ambos casos han surgido dos grupos opuestos de seguidores (incluyendo médicos): los "pro" y los "anti" , los "nosotros" y "ellos" , los "buenos" y los "malos" sin saber exactamente quienes son los unos y los otros.

Se ha creado una dicotomía que resulta en una fractura efectiva de la sociedad sin un opción en el medio.
Todo el mundo lo hace y todos esperan que tú también lo hagas. Que elijas de forma "excluyente (una o la otra)”, sin posibilidad de esgrimir consideraciones racionales "incluyentes (una y la otra)” de cada uno de los grupos.

¿Pero cómo es posible que aún a los médicos se les pida que tomen partido dejando poco espacio al medido medio?
Hemos visto que ambas partes han aportado evidencias científicas y entonces se podría tener un "tertium datur" que permita al individuo singular llegar a sus propias conclusiones.
De un lado el terrorismo de efectos colaterales desastrosos y riesgos de muerte si se vacuna, del otro el terrorismo de epidemias amenazantes y riesgos de muerte si no se vacuna.

Ambas partes apelan a la ciencia, pero la evidencia científica no es segura, definida ni completa y existe el problema bien conocido del sesgo de publicación [ITA].
De la pila de artículos y de intervenciones de muchos médicos sean ¨pro¨ o ¨contra¨, emerge a menudo una fiel adhesión a la ¨cientificidad¨ (¿Pero cuán rigurosa realmente es?), con carente o ausente sensibilidad crítica frente a señales evidentes de la persona única con la que se está interactuando.
Sensibilidad debilitada en el tiempo a causa de una tecnología diagnóstica cada vez más mecanizada, computarizada, que ha evidenciado siempre más precisión y fragmentación del individuo en sus distintas partes.
Esta precisión fragmentada, no es ciertamente algo malo, si no fuera porque sustituye la lectura más general del ser humano, actividad a la que los primeros médicos le dedicaban la mayor parte del tiempo de la consulta.

Ha habido una clara pérdida de la visión holística de la compleja máquina biológica y de la integración e interdependencia de las partes antes mencionadas (físicas, psíquicas, emocionales, energéticas ...) de las que no se puede prescindir si se quiere garantizar un servicio completo de cuidado de un ser con tantos niveles como lo es el ser humano.

En respuesta a esta tendencia cada vez más marcada, asistimos en efecto al retorno de aquella que es llamada “medicina narrativa” [ITA].
Con un pie apoyado firmemente en el modelo de las leyes biológicas no podemos más que darle una calurosa bienvenida a este grato ¨retorno¨.

Pero,¿qué puede resultar de una eventual separación empática entre el médico y el paciente?
La respuesta más fácil y cómoda, que he escuchado frecuentemente decir en discursos de embarazosa generalización (y que incluso yo he pronunciado), culpa en primer lugar al médico.

¿Y si en cambio él también está demasiado asustado? Sì, miedo.
El es un ser humano, y el miedo que puede sentir el médico es el mismo que sienten sus pacientes, agravado por el hecho de que, por el rol que ocupa en el sistema sanitario-político-jurídico de esta época, carga con una responsabilidad muy grande y frecuentemente no considerada y subvalorada por quien lo critica.

No debe ser nada fácil ser médico hoy, mientras se encuentra en el medio de la duda de hacer demasiado o demasiado poco , en ambos casos con el temor a equivocarse y de incurrir en consecuencias judiciales.
Todavía más difícil y riesgoso es practicar la profesión a la luz de las 5 leyes biológicas.
Por eso, por desgracia, cada vez más profesionales no tienen más remedio que practicar la "medicina defensiva" para no "arriesgar" denuncias y continuar su profesión en desventaja frente a un tratamiento centrado en la persona.

"Para los profesionales, atrapados entre pacientes que buscan certezas y curación, abogados en busca de querellas fáciles y dirigentes sanitarios que quieren ahorrar recursos, esto es una pesadilla. Pero cuando alguna cosa hace difícil la vida del médico , las consecuencias las sienten los pacientes. En este caso bajo la forma de tratamientos inútiles, que pueden hacer mal o generar ansiedad y preocupación."
Fuente La Repubblica [ITA]

Si, de parte del usuario, hubiera un reconocimiento de esta situación delicada, tal vez habría más posibilidades de colaboración entre médico y paciente, más que el desapego y la desconfianza, porque se crearía el espacio sagrado en donde poder construir juntos, paso a paso, la mejor terapia para esa persona única.

Para cuidar su bienestar es, y con más razón en este momento histórico, indispensable asumir un rol de USUARIO ACTIVO de la medicina y responsable.

Conocimiento, contacto consigo mismo, espíritu crítico y constructivo, integración de posiciones [ITA] aparentemente opuestas, podrían ser nuestro faro para acercarnos de una manera nueva y distinta al cuidado de nuestra salud (...y no solo eso).



traducción y dirección

Matelda Lisdero

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