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El dolor crónico

El dolor es considerado una entidad nosológica en si misma que hay que vencer como a un virus con una vacuna.
El dolor debe curarse para poder seguir produciendo, trabajando etc.
Considerarlo de esta manera es como querer apagar un fuego tratando de disipar el calor que emite soplando desde arriba.

En efecto, académicamente cuando se habla del tratamiento del dolor crónico se refiere a usar sustancias que inhiban la sensibilidad en el cerebro de la sensación física del dolor como, por ejemplo, lo hacen los opiáceos y sus derivados.
Pero es claro que el dolor es solo la consecuencia de un proceso que ocurre en varios tejidos que componen nuestro organismo, por efecto de estiramientos, compresiones, que activan los recetores del dolor.
La mayoría de los dolores intensos son de origen mesodérmico y en general involucran a huesos y músculos. Si el cuerpo está en una fase de reparación del tejido con relativo edema está claro que la inflamación provoca compresión y activa esos receptores y nos sentimos mal.

Biológicamente el sentido es evidente, el cuerpo dice ¨quedate quieto, no muevas esta parte del cuerpo que estoy trabajando, dejame terminar. Gracias¨
Como le pasaría a cualquier animal que no se mueve hasta estar totalmente recuperado.
Corresponde a un ciclo natural totalmente verificable: Trauma--> Dolor--> Reposo--> Reparación del tejido--> Recuperación de la función.

Pero: ¿qué sucede si el mismo trauma lo repetimos por un tiempo prolongado sin darle al organismo el tiempo de repararse?
Este es el caso del dolor crónico. El organismo está en fase de reparación del tejido pero es interrumpido por pequeños o grandes traumas del mismo tenor y el ciclo debe recomenzar.
El organismo es extremadamente paciente e inteligente y quiere terminar el trabajo. Pero cada vez la señal es: ¨quedese quieto, estoy trabajando. Gracias¨.
Y será cada vez mas fuerte porque el daño será cada vez mayor y no se dará por vencido hasta terminar con el proceso de restauración. Esta actitud de ¨pegarse la cabeza contra el mismo lugar una y otra vez ¨ lo llamamos: RECIDIVA.

Por esto la persona que se encuentra siempre en la misma situación conflictual experimenta fácilmente un dolor crónico.
La actitud de hacer recidivas por tiempo indeterminado es una característica muy desarrollada en la especie humana. También lo es la capacidad de ¨anestesiarse¨, de no querer sentir eso que no se corresponde con lo que mentalmente quisiéramos.
No querer sentir el dolor, las señales de ¨trabajo en curso¨ que el cuerpo manda y el sistema mejore para así poder mantener bloqueada dentro de sí una cantidad de energía enorme (esa que sirve al esfuerzo de no sentir) y no permitir liberarse, conservando y perpetuando el dolor con una tenacidad tal que puede durar toda la vida. Exactamente lo contrario es lo que sería lógico para la vida.
Se finge que el dolor no existe mientras que el proceso biológico esta en todo su desarrollo haciendo todo lo posible por salvarnos.

Entonces es aun más cansador e ineficaz la actitud de ¨luchar contra el dolor¨.
Considerar al dolor como un mal al que hay que combatir y derrotar es un lugar común de nuestra sociedad que le deja las cosas fáciles a los que comercializan analgésicos de todo tipo.
Todo esto no quiere decir que cuando tengamos un dolor no podamos hacer cosas que lo alivien y que hagan nuestra vida mas llevadera, pero esto es útil si estamos dispuestos a hacer alguna cosa distinto en nuestra vida que respete el proceso de reparación biológica para que este cierre su ciclo.

Lo que en vez sucede muy a menudo es que se quiere continuar en la rutina de golpearse la cabeza en el mismo lugar tomando cada vez un medicamento para reducir el dolor y esperando finalmente que la nuestra cabeza se parta en dos.
Efectivamente eliminar el dolor con químicos es muy útil en alguna situación de urgencia pero logra el efecto contrario cuando se convierte en el pretexto para evitar afrontar el propio abismo.

La idea obsesiva de considerar al dolor un enemigo debe ser indudablemente abandonada y si esto no es mínimamente suficiente para resolver las cosas por lo menos puede poner a la persona en una posición más abierta y de confianza en el conocimiento del propio cuerpo y de sus mecanismos naturales.
Por este motivo culpamos fuertemente a toda la comunicación que habla del dolor como una ¨enfermedad¨ a combatir y derrotar.
El dolor es en realidad un gran recurso que tiene derecho a existir y que afortunadamente hoy se comienza a considerar con respeto.
Además tanto el dolor como el miedo son una de las columnas portantes de la vida y el no querer sentir dolor (físico o emotivo) tiene un solo remedio seguro y definitivo: la muerte.

Traducido por Matelda Lisdero de ¨Il trattamento del dolore cronico¨ de Mauro Sartorio




traducción y dirección

Matelda Lisdero

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